Los Estudiantes, la Improbable Oposición

<< This post-print – version of record version – was published in Spanish (trans. Annia Garzón) in the periodical Revista Común (2020): it is available on the publisher’s website. It is a section of a bigger article in preparation for the journal Mouvements. A printable copy can be accessed on Academia.edu (incl. keywords). Citation is downloadable on the Hal repository. The original title of the article is: “Popular contra populista: los estudiantes, la improbable oposición en India.”

Desde la reelección de Narendra Modi como primer ministro de India en mayo de 2019, su partido político y la maquinaria del Estado Central han acelerado la implementación de una agenda etno-nacionalista e hinducéntrica, para progresivamente redefinir “lo que significa ser indio”. Entre otras cosas, el gobierno revocó un derecho consuetudinario de divorcio para hombres musulmanes, suprimió el estatuto constitucional especial del único estado indio de mayoría musulmana y decidió construir un templo a Rama (deidad hindú) sobre los escombros de una mezquita destruida en los noventa por militantes hindúes. El golpe bajo más reciente a la interpretación secular de la política india se dio en diciembre de 2019.  El voto por una nueva ley de acceso a la ciudadanía para “refugiados” provenientes de países vecinos vuelve a los musulmanes candidatos ostensiblemente inelegibles para el proceso. La ley parte de la promesa de campaña de Modi de evaluar y acreditar la validez de los documentos de ciudadanía de toda la población. La reforma de diciembre se interpretó –particularmente por los casi 200 millones de musulmanes indios– como el primer paso de una cacería de brujas contra  todos aquellos no hindúes, no budistas, no jainistas, no cristianos, no sijs y no parsis que sean incapaces de “comprobar” su nacionalidad. Como resultado, la nueva ley desencadenó una serie de protestas a escalas sin precedentes a lo largo de toda India, en la cual se movilizó principalmente la juventud en niveles de educación superior.

Después de estos sucesos, el veterano caricaturista E. P. Unny retrató en una reciente sátira política a una activista estudiantil de manera un tanto irónica, envuelta en vendajes hinchados, compresas y con un brazo enyesado. En el yeso se puede leer: “NOSOTROS, EL PUEBLO”. La imagen ilustra el perfil de redes sociales de la presidenta del Sindicato de Estudiantes de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, tomada después de que fuera atacada por un grupo de estudiantes pro gobierno en el campus a principios de enero. En un contexto más amplio, la caricatura de E. P. Unny es, para muchos, el epítome del formidable impulso que han alcanzado las protestas encabezadas por estudiantes y jóvenes en contra de la redefinición de ciudadanía bajo un marco religioso que intenta el gobierno. La Ley de Enmienda de Ciudadanía tiene la intención de marginalizar a las comunidades musulmanas y fomentar la comunalización del electorado. Una coalición encabezada por estudiantes desafía, en niveles nunca antes vistos, el giro mayoritario que ha tomado la democracia india liderada por el nacionalista hindú Narendra Modi, pero ¿cómo fue que una protesta estudiantil de nivel nacional llegó a representar, mediante una sinécdoque, la imagen del pueblo?

Los liliputienses estudiantes parecen prosperar en su subversión de la narrativa de la pesadilla que actualmente los gobierna. En un contexto político profundamente polarizado, dentro del cual la representación institucional se ve desfigurada por la permanente aclamación de que un hombre –el primer ministro– es la encarnación del pueblo, manifestantes y medios de comunicación surgieron como símbolo de lo popular. Ellos replicaron la añoranza de tener una representación directa que el primer ministro Narendra Modi glorifica. Sin embargo, lograron que dicha representación fuera impersonal y desencarnada mediante una reapropiación de los fetiches simbólicos del sentimiento nacional indio: la lucha por la libertad, la juventud patriótica, la bandera, la constitución y el himno nacional, además de los principios de no violencia y de empoderamiento de las mujeres.

Al oponerse al populismo a través de lo popular, los estudiantes emulan el ethos de una “democracia de audiencia” antisistema y no institucional similar al que defiende Modi, pero sustituyen su agenda mayoritaria por un lema pluralista e incluyente con las minorías. Un discurso así dota al movimiento de una unidad estratégica que supera los conflictos existentes entre las agendas políticas de las comunidades musulmanas, que pelean por la igualdad de derechos, y de los colectivos de izquierda. Irónicamente, esta alianza nos remite a otro movimiento estudiantil. El movimiento estudiantil encabezado por el líder socialista Jayaprakash Narayan en 1974, que fue posible gracias a la improbable convergencia entre grupos socialistas y fuerzas nacionalistas hindúes. Actualmente, estudiantes activistas en ciertas universidades se autodenominan personas de acción política, distinguiéndose por igual como “iniciadores del movimiento” y como los “primeros en adoptarlo”, a pesar de ser satanizados como antinacionales por el partido en el poder. Aprovecharon el ambiente político de las universidades dedicadas a las ciencias sociales y financiadas por el gobierno central para formar un sentimiento de comunidad estudiantil que traspasa las barreras sociales que dividen a la juventud. A partir del mismo, constituyen un punto nodal para la participación política de grupos musulmanes y partidos de oposición que de otra manera quedarían paralizados ante el miedo de perder una gran parte del voto hindú.

Aunque imperfectamente, los estudiantes son un reflejo de la conformación social del país y esto se vuelve evidente cuando desarmamos la muñeca rusa de la educación en India. Tres cuartas partes de la población en edad de estudiar no está inscrita en ningún programa de educación superior. Fiel a su legado histórico, el núcleo de los actuales movimientos estudiantiles tiene sus orígenes en el sistema público de educación superior (que actualmente se encuentra en declive). De hecho, menos de la mitad de las casi mil universidades en india son públicas y tres cuartas partes del total de colleges son de administración privada. Otro ejemplo que refuerza la imagen fragmentada existente es que el pilar principal de las primeras manifestaciones se originó en tres universidades que albergan a un amplio número de estudiantes de posgrado. El 80% de los estudiantes indios están inscritos en nivel licenciatura, menos del 5% de las universidades son financiadas por el Estado Federal y apenas 3% de los estudiantes del país estudian carreras de política, ciencias sociales o economía. En cualquier caso, la juventud escolarizaday politizada que forma parte de comités de coordinación, sindicatos de estudiantes y otras redes de activismo es limitada y se informa a partir de experiencias políticas previas. Aunque llegan a actuar de manera independiente, es muy común que la mayoría de los estudiantes politizados tenga vínculos de parentesco con partidos políticos, organizaciones comunitarias y organizaciones civiles. Los principales comités de organización de los estudiantes encargados de organizar las protestas en varias ciudades también están indirectamente divididos por diferencias ideológicas. Una persona perteneciente a una organización estudiantil islámica activa en el Comité de Coordinación de Jamia (JCC) –una estructura temporal que surgió posterior a la violencia policial contra los estudiantes que se manifestaban en Jamia Milia Islamia, universidad de mayoría musulmana– reconoce la incómoda entente que acordaron con los grupos de izquierda:

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Cartoon by E.P. Unny, January 2020.

Tienes un enemigo a vencer, entonces debes mantener tu agenda al mínimo. No es cuestión de compromiso, es cuestión de estrategia. Necesitas tener a todos de tu lado. No es como si estuvieras comprometiendo tus ideales. Sea cual sea la ideología que tengamos, la conservamos. Tenemos muchas diferencias con la gente de izquierda, tenemos muchas diferencias con la gente secular […] estamos preparados para trabajar juntos, sin comprometer esas diferencias, porque esto es una urgencia. Mantenemos todas nuestras diferencias con la gente de izquierda, pero en este momento estamos trabajando juntos.

Si tomamos en cuenta estas desigualdades, ¿cómo es que estos grupos de jóvenes logran unirse con otros sectores de la sociedad civil, como las comunidades musulmanas, para formar un poderoso bloque de oposición? La respuesta surge al examinar cómo el discurso que llevó a estos colectivos fragmentados a encarnar lo popular ha aprovechado “significantes vacíos” similares, no mediados y mediáticos que de otra manera serían explotados por su enemigo.  Los estudiantes movilizados representan el futuro de India; al encarnar esta metáfora, los manifestantes han subvertido el contenido de expresiones patrióticas, pluralizando voces al declarar que “todos tomamos el liderato” y recuperando la identidad de India como una estructura conformada por múltiples comunidades que tienen igualdad de derechos, en lugar de que una parte (la hindú) se glorifique como una generalización de la población entera. 

En Shaheen Bagh, un barrio de Nueva Delhi, un puñado de estudiantes inició de manera exitosa la movilización de los residentes musulmanes, tanto mujeres como hombres. Este evento ilustra cómo los estudiantes se han apropiado de las metáforas de la nación. En una de las pocas carreteras no tomadas que conectan Delhi con Shaheen Bagh se irguió una estructura hecha de hierro y neón del mapa de India sobre la cual se despliega el aforismo «ham bharat ke log» (nosotros el pueblo de India). Al citar el preámbulo de la Constitución India, evoca un objeto de orgullo al mismo tiempo que permite a los participantes no-ideológicos, izquierdistas o islámicos interpretar en él los valores que más atesoren: la secularidad o la dignidad musulmana.

Otros símbolos de expresión nacionalista que giran en torno a los emblemas centrales de la constitución han atraído a los estudiantes, quienes los han movilizado de manera exitosa. Estos incluyen el himno nacional, la bandera, el mapa de India y la lucha por la libertad, además de una serie de declaraciones de patriotismo devoto por parte de los seguidores de este modelo de nación.

 

El que los estudiantes participantes surjan como una representación de lo popular es posible gracias a su capacidad de actuar como “comunidades generacionales”. Estas son grupos interconectados de jóvenes con acceso a la educación que se movilizan a partir de sus diferentes maneras de experimentar el sistema gubernamental. Estas diferentes experiencias de la juventud en India son cada vez más moldeadas por la ambición del gobierno de Modi de identificar a las universidades politizadas y con financiamiento centralizado como el enemigo interno. El partido en el poder presenta a los estudiantes no comprometidos con la hindutva como chivo expiatorio para fomentar las movilizaciones en favor del líder y su nacionalismo hindú, y utiliza la autorización electoral de las elecciones como mecanismo para aniquilar la rendición de cuentas. La noche de reelección de Modi como primer ministro, el actual ministro del interior declaró que dichos estudiantes eran una pandilla de antinacionales. A los pocos días, el secretario general nacional del partido en el gobierno reafirmó esta postura al comparar a los estudiantes con un cártel: “Bajo el segundo mandato de Modi, los remanentes de este cártel deben quedar descartados del panorama académico, cultural e intelectual del país” (Ram Madhav 2019, “This Election Result Is a Positive Mandate in Favour of Narendra Modi”, The Indian Express).

Por lo tanto, la personificación de lo popular por parte de los estudiantes puede leerse como una subversión de la narrativa populista de la lucha del verdadero pueblo contra las élites corruptas y antinacionales que han estado en el poder desde la elección de Modi como primer ministro en el 2014. Actualmente los roles están invertidos. Uno de los factores que contribuyó fue que las comunidades generacionales dentro de los campus universitarios fueron las primeras en protestar dado que albergan a individuos politizados con la posibilidad de juntar compañeros con disponibilidad biográfica. La represión policial desencadenó una ola de simpatía y convenció a otros estudiantes a lo largo de todo el país de movilizarse bajo el impulso de aquello que un ex líder estudiantil llama un “sentimiento de comunidad”. “Hay un sentimiento de comunidad. Como una casta. Eres joven, te sientes vinculado con los atacados. El 61% son jóvenes [en el país], nadie quiere ser el enemigo de la juventud. JNU, AMU, Jamia [universidades al frente de las protestas] pueden parecer lugares distantes, pero te sientes vinculado con ellos; es por eso, es un sentimiento de comunidad”. Pareciera que las primeras protestas estudiantiles convencieron a las poblaciones musulmanas de que la acción colectiva es posible. A su regreso de un mitin político en Uttar Pradesh –un estado en donde han asesinado a más de treinta manifestantes– el ex activista estudiantil declaró: 

Las protestas del estilo de las de JNU o Jamia le dan a uno [musulmán] la idea de que las clases educadas, las clases cualificadas, están protestando en contra de algo… entonces nuestra [de los musulmanes] percepción de esa ley es correcta. ¿Protestamos contra esa ley porque somos musulmanes? No. Hasta los estudiantes universitarios protestan en contra de esto, lo que quiere decir que está mal. Y que nosotros tenemos razón.

A medida que los medios de comunicación no hostiles comenzaron a promover la interpretación de los estudiantes de “el pueblo”, los campus universitarios comenzaron a servir de puntos nodales para la circulación de estrategias políticas y como sitios de movilización para las universidades aledañas tales como Jamia Milia Islamia. El ambiente político de los campus, incluyendo sus alumnos con experiencia de politización, coordinó el llamado a la acción y tomó expresiones electorales exitosas de la cultura democrática del campus. Un estudiante de una organización Islámica reflexiona en torno a cómo la noción de islamofobia circuló de un campus a otro hasta convertirse en un epíteto exitoso junto con la narrativa nacionalista.

El uso de “islamofobia” no era muy común en India. Principalmente viene de Europa y Estados Unidos. Pero se usa en algunos momentos. En HCU [Universidad Central de Hyderabad], en las últimas elecciones estudiantiles, la “islamofobia” se volvió tema de discusión porque miembros de la SIO [Organización de Estudiantes Islámicos] no fueron incluidos en la alianza. Dijeron que a través del lenguaje de la islamofobia familiarizaron a la gente con el uso del mismo. La mayoría de las organizaciones de izquierda de aquí ni siquiera reconocen a las organizaciones musulmanas, dirán que estos grupos son organizaciones de terroristas. Entonces la gente dice que es por la islamofobia de la izquierda, que por eso son así. En HCU, ellos [la izquierda] no estaban listos para aliarse con una organización musulmana. La SFI [Federación de Estudiantes de India] no estaba lista. La gente dijo que es por la islamofobia de la izquierda. Ellos dicen que pelean contra los fascistas, cuando al mismo tiempo, la primera víctima de los fascistas son los musulmanes, y ellos ni siquiera están listos para aliarse con grupos musulmanes… eso es algo bastante islamofóbico. X y Y [nombres anónimos] estuvieron usando esa consigna, ese lenguaje. Se ha vuelto común ahora. 

El número de estudiantes activistas a lo largo de distintas universidades es limitado, por lo que es posible que el Estado pueda frenarlo. Sin embargo, el conjunto de metáforas que las protestas han desencadenado es muy potente, ya que permite una coalición entre los ideales patrióticos de las personas con demandas representativas de equidad de género, de no violencia y orientadas a futuro, las cuales a su vez atraen el apoyo de partidos políticos regionales. Esto se muestra de mejor manera en el reporte Unafraid, el cual presenta recuentos de mujeres estudiantes activistas en Nueva Delhi sobre las represiones policiales en Jamia Milia Islamia: “Esperamos que los testimonios de estas mujeres nos digan, y le digan al Estado, que no se puede silenciar a las voces que no tienen miedo, a las voces del futuro de India”. En definitiva, tal conglomerado ideológico ha impulsado a los estudiantes a convertirse en el rostro no electo de la oposición en la democracia de India y, de esta manera, ha demostrado que lo popular es más que capaz de subvertir lo populista. 

[1] Mi bandera no solo es azafrán

Es verde también

Es blanca también

Mi país no solo es hindú

Es musulmán también

Es cristiano también 

Mi país no solo es Gita

Es Corán también

Es Biblia también

Mi país no solo es café

Es negro también

Es blanco también 

Mi país no solo es dal-chawal

Es biryana también

Es dosa también 

Mi país no solo es templo

Es mezquita también

Es iglesia también

Mi país no solo es Diwali

Es Eid también

Es Navidad también

¡India es mío también, es tuyo también!